Cursus Honorum. El gobierno de Roma antes de César

Parte integrante del proyecto La Roma della Repubblica. Il racconto dell’Archeologia La exposición se centra en los poderes públicos de los magistrados en la época republicana, el cursus honorum, un aspecto fundamental de la vida política en la antigua Roma.

Los protagonistas de esta historia son cinco personajes anónimos representados por cinco estatuas que hacen la función de narradores de excepción: cuatro de ellos son figuras masculinas a las que se incorpora una voz diferente, una figura femenina, que representa una realidad por lo demás inexistente en una sociedad inevitablemente dominada para los hombres. Su función es acercar al público a los monumentos de valor histórico y simbólico que celebran las memorables empresas militares, junto con otros que ilustran los aspectos relacionados con la administración de la ciudad y la construcción de la reputación social de los individuos y de sus familias.

Con la ayuda de estas guías especiales, los visitantes podrán recordar los episodios de guerra y conquistas que marcaron las etapas fundamentales de la historia de la expansión de Roma. Un ejemplo importante es la primera victoria naval sobre los cartagineses en las aguas de Milazzo, conmemorada por la Colonna Rostrata erigida en honor del cónsul Gaio Duilio.
Este y otros acontecimientos están narrados por tres estatuas retrato de travertino de mediados del siglo I a.C., ya en Villa Celimontana, que llevan el palio, el manto que se llevaba sobre la túnica.

El ius imaginum, es decir, el derecho a conservar retratos de los antepasados en el hogar para exhibirlos durante los funerales y en ocasiones públicas especiales, inicialmente exclusivo de la aristocracia y extendido en el siglo IV a.C. también a las clases populares cuando tuvieron el acceso a los poderes públicos, es en cambio narrado por el famoso "Togato Barberini" (llamado así por la colección de la que procede).  La majestuosa estatua de mármol, que puede datarse en el primer cuarto del siglo I d.C., es un testimonio único del sistema de legitimación que las familias en el poder pusieron al servicio de la fama y el prestigio de sus ancestros.
La voz que anima la figura femenina, que forma parte de un grupo funerario con una joven, realizado en mármol desde Lunigiana y que data aproximadamente de la mitad del siglo I a.C., nos introduce finalmente en los monumentos funerarios, en particular en los sarcófagos del sepulcro de la gens Cornelia, un raro ejemplo arqueológico de tumba noble de la época republicana. La exhibición, a lo largo de los caminos de salida de Roma, de la arquitectura y las pinturas de las tumbas nobiliarias era otro elemento de ostentación del poder adquirido.

La exposición también muestra las características de las magistraturas romanas: colegiadas y de duración limitada, en su mayoría anuales. Los magistrados superiores – cónsules, pretores, censores – eran elegidos por los ciudadanos en función de su riqueza, reunidos en comités centuriados y distinguidos por atributos especiales como la silla curul, las fasces (símbolos del poder coercitivo) y una toga de bordes especiales. Fueron los únicos que pudieron celebrar el triunfo.
Los magistrados menores – cuestores, ediles – eran elegidos por los ciudadanos divididos en tribus, reunidos en comités de tributos. El orden de sucesión de los cargos se estableció en el siglo II a.C. mediante una ley que también especificaba la edad mínima de los candidatos y el tiempo que debía transcurrir entre una magistratura y la siguiente. Las etapas, en orden ascendente, eran: questura, tribunado, edilidad, pretura, consulado y censura, a las que hay que añadir la investidura temporal y excepcional de la dictadura.

Con el establecimiento de la República, los poderes, antes concentrados en la figura del rey, se distribuyeron entre el pontifex maximus, que ostentaba las principales atribuciones religiosas, y los cónsules, una pareja de magistrados con poderes civiles y mando militar.
El acceso al cursus honorum exigía, además de un censo mínimo, la fama y el prestigio de los antepasados: cualquiera que no perteneciera a unas pocas familias ilustres era un "hombre nuevo". Las normas de acceso a las magistraturas y la articulación de los cargos cambiaron con el tiempo: el acceso a las principales magistraturas (consulado), inicialmente limitado a los miembros de las familias patricias, se extendió a los plebeyos en el siglo IV a.C. A medida que el poder de Roma aumentaba, se establecieron otras magistraturas electivas con competencias limitadas.

La exposición utiliza exclusivamente obras pertenecientes a las colecciones capitolinas, algunas de las cuales proceden de la exposición permanente del Centrale Montemartini, mientras que otras no se exponen habitualmente. Se trataba – de acuerdo con una intención que la Dirección de los Musei Capitolini y de los Museos Arqueológicos sigue con la organización de exposiciones realizadas a partir del material de sus propias colecciones – de una nueva oportunidad para proceder a la conservación, restauración y valorización del riquísimo patrimonio que debe hacerse cada vez más accesible al público.
En este marco se ha creado una atractiva exposición multimedia que pretende acercar a los visitantes a temas complejos y a monumentos concretos, como los documentos epigráficos, que son fuentes históricas directas muy importantes que no se pueden leer inmediatamente. Por último, la exposición es un vínculo ideal entre la videoinstalación El testamento de César y la Conquista del Tiempo, que puede verse en la Sala della Lupa e dei Fasti Antichi del Palazzo dei Conservatori, y la exposición Roma della Repubblica. Il racconto dell'Archeologia, que se celebrará próximamente en los Musei Capitolini, Palazzo Caffarelli.